Author: Marcelo

  • Liberté

    Poema de Paul Eluard (1942). Traducción libre de Marcelo.

    Poema de amor que se transformó en un grito de rebeldía de la resistencia Francesa en Parías durante la segunda guerra mundial. Hoy puede ser un grito de libertad frente a esta pandemia que nos afixia en un encierro físico y espiritual que a ratos agota demasiado. Aquí en la música y voz de Madelaine Pyeroux en esta hermosa canción Liberté.

    Libertad

    En mis cuadernos de escuela
    En mi escritorio y los árboles
    En la arena y en la nieve
    Escribo tu nombre  

    En las páginas leídas
    En todas las páginas blancas
    Piedra sangre papel o ceniza
    Escribo tu nombre  

    En las imágenes doradas
    En las armas de los guerreros
    En la corona de los reyes
    Escribo tu nombre  

    En la selva y el desierto
    En los nidos y las emboscadas
    En el eco de mi infancia
    Escribo tu nombre  

    En las maravillas de la noche
    En el pan blanco cotidiano
    En las estaciones enamoradas
    Escribo tu nombre  

    En todos mis trapos azules
    En el estanque de sol mohoso
    En el lago de luna viviente
    Escribo tu nombre  

    En los campos y el horizonte
    En las alas de los pájaros
    Y sobre el molino de las sombras
    Escribo tu nombre  

    En cada respiro de la aurora
    En el mar y en los barcos
    En la montaña demente
    Escribo tu nombre  

    En la espuma de las nubes
    En el sudor del relámpago
    En la lluvia espesa y suave
    Escribo tu nombre  

    En las formas centellantes
    En las campanas de colores
    En la verdad física
    Escribo tu nombre  

    En los senderos despiertos
    En los caminos desplegados
    En los lugares que desbordan
    Escribo tu nombre  

    En la lámpara que se enciende
    En la lámpara que se apaga
    En mis razones reunidas
    Escribo tu nombre  

    En el fruto abierto en dos
    Del espejo de mi cuarto
    En mi cama de cascara vacía
    Escribo tu nombre  

    En mi perro goloso y tierno
    En sus orejas erguidas
    En su pata herida
    Escribo tu nombre  

    En el trampolín de mi puerta
    En los objetos familiares
    En la llama del fuego benigno
    Escribo tu nombre  

    En toda carne concedida
    En la frente de mis amigos
    En cada mano tendida
    Escribo tu nombre  

    En los cristales de sorpresas
    En los labios tiernos
    Muy por encima del silencio
    Escribo tu nombre  

    En mis refugios destruidos
    En mis faros colapsados
    En los muros de mi aburrimiento
    Escribo tu nombre  

    En la ausencia sin esperanza
    En la soledad desnuda
    En los pasos de la muerte
    Escribo tu nombre  

    En la salud devuelta
    En el riesgo desaparecido
    En la esperanza sin recuerdo
    Escribo tu nombre  

    Y por el poder de una palabra
    Recomienzo mi vida
    Nací para conocerte
    Para nombrarte  
    LIBERTAD

    Liberté

    Sur mes cahiers d’écolier
    Sur mon pupitre et les arbres
    Sur le sable sur la neige
    J’écris ton nom

    Sur les pages lues
    Sur toutes les pages blanches
    Pierre sang papier ou cendre
    J’écris ton nom

    Sur les images dorées
    Sur les armes des guerriers
    Sur la couronne des rois
    J’écris ton nom  

    Sur la jungle et le désert
    Sur les nids sur les genêts
    Sur l’écho de mon enfance
    J’écris ton nom  

    Sur les merveilles des nuits
    Sur le pain blanc des journées
    Sur les saisons fiancées
    J’écris ton nom  

    Sur tous mes chiffons d’azur
    Sur l’étang soleil moisi
    Sur le lac lune vivante
    J’écris ton nom  

    Sur les champs sur l’horizon
    Sur les ailes des oiseaux
    Et sur le moulin des ombres
    J’écris ton nom  

    Sur chaque bouffée d’aurore
    Sur la mer sur les bateaux
    Sur la montagne démente
    J’écris ton nom  

    Sur la mousse des nuages
    Sur les sueurs de l’orage
    Sur la pluie épaisse et fade
    J’écris ton nom  

    Sur les formes scintillantes
    Sur les cloches des couleurs
    Sur la vérité physique
    J’écris ton nom  

    Sur les sentiers éveillés
    Sur les routes déployées
    Sur les places qui débordent
    J’écris ton nom  

    Sur la lampe qui s’allume
    Sur la lampe qui s’éteint
    Sur mes raisons réunies
    J’écris ton nom  

    Sur le fruit coupé en deux
    Du miroir et de ma chambre
    Sur mon lit coquille vide
    J’écris ton nom  

    Sur mon chien gourmand et tendre
    Sur ses oreilles dressées
    Sur sa patte maladroite
    J’écris ton nom  

    Sur le tremplin de ma porte
    Sur les objets familiers
    Sur le flot du feu béni
    J’écris ton nom  

    Sur toute chair accordée
    Sur le front de mes amis
    Sur chaque main qui se tend
    J’écris ton nom  

    Sur la vitre des surprises
    Sur les lèvres attendries
    Bien au-dessus du silence
    J’écris ton nom

    Sur mes refuges détruits
    Sur mes phares écroulés
    Sur les murs de mon ennui
    J’écris ton nom

    Sur l’absence sans désir
    Sur la solitude nue
    Sur les marches de la mort
    J’écris ton nom  

    Sur la santé revenue
    Sur le risque disparu
    Sur l’espoir sans souvenir
    J’écris ton nom  

    Et par le pouvoir d’un mot
    Je recommence ma vie
    Je suis né pour te connaître
    Pour te nommer  
    LIBERTÉ  

  • Hace 92 años el desierto de Atacama te vió llegar

    A Mercedes Miranda

    Sí, la innombrable inmensidad del desierto de Atacama un día te recibió sonriendo y cantando lleno de júbilo.

    Como se recibe a un amiga querida que viene de lejos o como se recibe a la flor que aparece en la ventana en el principio mismo de la primavera.

    Asií de generoso fue el desierto contigo, pero también implacable mostrándote de pura confianza la cruda realidad que vivía su gente en el principio de los siglos.

    También te recibieron las ciudades y las usinas a carbón que transformaban el caliche de amarillos tonos en sacos de perlas blancas para la prosperidad de otros más modernos que nosotros.

    El mar siempre saliente, presente y eterno celebra tu caminar desde el nicho a la tienda de novedades y curiosidades del centro. Festeja la caminata y la instrucción directa que te salvará la vida.

    Tenías una piel hermosa que no conoció la vejez. Unos dedos de cuencas que heredaste de las montañas del valle del Elqui de igual forma que tu madre.

    Hoy decidiste partir después de decir gracias por el alimento porque quién más que tú sabe lo que es no tenerlo para ti y los que vienen contigo.

    Aquí desde mi encierro grito, río y lloro. También canto y respiro el aire fresco de ese desierto que nos enseñaste a querer, odiar y admirar.

    Aquí desde mi encierro levanto mi bandera que espero se vea desde lejos. Tan lejos como aquellos paisajes hermosos que recorriste cuando estabas a este lado de la vida.

  • Tarde de sábado

    Conversar de amigos y salir luego a recorrer las calles donde hasta hoy pasabamos desapercibidos.

    Conversar sobre los miedos y de ese despertar y muerte que trae la edad en su avance inminente que cambia los cuerpos.

    Suena en el piano una melodía amorosa, como las conversaciones que no se nos dan por los últimos sucesos de la historia.

    Y que solo llegan en destellos de una tarde de sabado atrapados en la pandemia.

  • La calabaza esférica

    En un ir y venir de mascarillas de colores, oscuras o de figuras irreconocibles nos movemos hoy sutiles no presentes.

    Como los aplausos al ritmo de una agradable melodía de Jazz o Soul antiguo, si, muy antiguo como las calles donde nos perdimos en nuestro viaje a New Orleans.

    ¿Te recuerdas de Orleans y de cuando me decías que era aquí donde engendrariamos el ritmo del próximo milenio?

    Las miradas sin sonrisas hacen que tus ojos se vuelvan más importantes que los mismos cinco sentidos. Ahora hablas por medio de ellos como en una conversación a la salida de un bar.

    Vivimos bajo este ritmo que nos salva de lo que ya no solo pasa afuera, sino que ocurre expandido por todos los muros de nuestra pieza. Nueva vida que ocurre a la velocidad de periódicos en una imprenta.

    Sabor a pimienta degustamos en las esquinas y solo por los ojos saludamos, aprobamos el pedido de la feria o reclamamos por el último discurso del presidente.

    En New Orleans no me importa mucho como estoy vestido o si mi vieja camisa a lineas azules y cuello gastado anda bien con el color de mis pantalones a notas musicales.

    8 pm de una tarde de Mardi Gras que oscurece un poco más lento. Vuelvo a mi refugio rápidamente ya que debo celebrar el día 153 desde cuando comenzamos a vivir esta cuarentena.

  • La conservación

    Si quiero ver un bosque en el borde de una ladera andina debo conservar la red de relaciones que permiten que exista el bosque

    Si quiero ver una pradera nueva desde el fondo de un suelo olvidado debo guardar la red de relaciones que permiten que ella sea pradera.

    Si quiero ver un cielo azul después de una lluvia Mediterránea debo procurar la red de relaciones que permiten que este sea azul.

    Si quiero que te quedes esta noche a mi lado debo asegurar esa red de relaciones que te permitirán ser libre nuevamente en la mañana.

  • La medida de la muerte

    La muerte llega estos días de la mano de un virus incognito que, en su camino hacia el invierno del sur, deja atrás millones de cruces enterradas en cementerios improvisados como aquellos cunado niños dejábamos a nuestras mascotas.

    La muerte en este tiempo, al igual que el impacto de un cometa em la superficie de un planeta, ha congelado la vida no permitiéndonos el último beso en la frente, la última caricia o el último mirar de unos ojos en vida de un querido.

    Pero, ¿que hacen los científicos estos días cuando ella, sentada en la sala de espera de una UCI, aguarda al próximo pasajero que cruzará el Aqueronte?

    Con modelos matemáticos, estadísticas complejas y peleas en el ring de los supuestos intentamos dar de una vez por todas con el número mágico exacto que represente la imagen de su medida.

    Ella, que ha acompañado al homo durante siglos a través de su trayectoria, mira para atrás, se ríe y sigue con su meticuloso e implacable trabajo.

  • Lo que no se pierde

    Lo que no se pierde

    Después de meses navegando sin claro futuro, tratando de adivinar la próxima hora en base a historias y recuerdos quebrados en el suelo, me pregunto: ¿que va quedando?.

    Después de haber recorrido durante medio siglo horizontes que esconden colores estridentes, bosques húmedos de hojas recicladas y profundas, me pregunto: ¿que vas sintiendo?.

    Despues de haber descubierto abismos interminables, como surcos infértiles de hielo en la piel de un polo terrestre.

    Después de haber sentido el silencio y de haber olido el perfumen de una imagen en una manaña post-tormenta.

    Después de haber visto las alas de un albatros en el filo de una ola oculta por el humo de los cruceros.

    Después de estar encerrado tanto tiempo en la jaula de mis torpes ideales…

    ¿Que es en realidad,

    lo que la memoria no quiere dejar,

    lo que no se tranza ni por un día más de sol,

    lo que no se pierde y al final escogeras para llevarlo contigo a tu regreso?

  • Vivir en la pandemia

    Visitarnos, saludarnos y abrazarnos era cosa común desde siglos. Han cambiado modos e intenciones con el tiempo pero siempre el poder conversar y decir que existíamos en el lenguaje fue nuestro objetivo.

    Ahora, desde que la palabra pandemia se volvió experiencia práctica y llevó de súbito nuestros libres movimientos a un encierro perpetuo, tememos al vecino, al aire, al ruido y a al vacío que hay afuera.

    Fuimos obligados a cambiar nuestros modales de verbena en fiesta perpetua por modales de astronautas que orbitan a velocidades increíbles alrededor de un viejo cuerpo celeste.

    Normas de higiene y horarios estrictos nos hacen recordar la debilidad de una especie que, avalada por la globalidad de sus movimientos, ya se pensaba todo poderosa.

  • Estoy lejos del mar

    Sábado, 4 de Marzo 9:40 hrs. Vamos caminando por un sendero que nos lleva hacia antiguos bosques que han sobrevivido el efecto invernadero y las olas de un mar de calor que nos llegó de repente.

    Estamos lejos del mar, de su humedad y de sus movimientos que mueven nuestros corazones como las madres mecen a sus hijos en el profundo crepúsculo que precede a la noche.

    Es de sabios decir que llegaremos pronto a esos bosques donde seguro se abrirá un paisaje que nos permitirá descansar y reponernos de estos seis meses donde el recorrido ha sido duro.

    Pero estamos lejos del mar, de su ruido iterminable que con su golpe marca una orilla indefinible que separa para siempre los infinitos mundos del agua, el aire y la valdía tierra.

  • ¿Y si buscamos el agua al sur?

    Santiago, 1 de Febrero 10:30 am. La paradoja de cambio asociada a una sequía implacable que cubre los campos convirtiendo el verde de las fotosíntesis en baldosas de arcilla ya es nuestra realidad.

    Hemos tomado nuestras maletas cargadas de hechos concretos yy fundamentales para huir de un calor que sobrepasa en tiempo y espacio hasta los más adaptados filos de la materia.

    Sabiamos que si viajabamos al sur encontrariamos el agua en formato de lluvia que ya casi habíamos olvidado. Nuestro deseo no es más que sentir la humedad en nuestras caras y manos ya partidas por el norte.

    La promesa fue cumplida y bajo esa lluvia al sur volvimos en parte a la vida. Esa ya perdida por tanto evento que desarma hasta los preceptos más profundos cconcebidos por la historia de estas calles.

    Ahora estoy en la puerta, mirando a los míos que sonrien y sueñan juegos de invierno. Invierno que no llegará a nuestras casas si se cumplen las profecias de los científicos lunáticos de siempre.