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  • Chao Ramiro

    “Murió Ramiro” comunicaba escuetamente el email.

    Ramiro no era santo de mi devoción; al contrario, representaba los aspectos más autoritarios de la sociedad de fines de los ochenta. Director de escuela en tiempos de dictadura, exhalaba carencia de respecto hacia los estudiantes, su intolerancia y exigencia empujó a más de uno a extremos…

    Pero. Sin embargo. A pesar. Sus clases, al menos en mi opinión, inspiraban el deseo de querer aprender o entender más de Optimización o Evaluación de Proyectos. De los + o – 60 cursos para completar mi carrera (50 obligatorios + 10 electivos) esos dos son de los 5 que más me impresionaron: junto con ecología (Rodolfo Gajardo), cálculos (Sergio Mora) y mejoramiento animal (Ximena García).

    Murió una epoca, difícil de entender mirándola desde el presente sin el beneficio de experiencia directa. Reuniones en el anfiteatro, “emplazamientos”, exigencias, llamados a paro, intervenciones, diferencias políticas profundas… pero definitivamente de encuentro matemático; contradicciones de dictadura, quizás lo hubiera apreciado más en un universo alternativo.

    Chao Ramiro.

    Edificios post-terremoto Febrero de 2011 (Foto Luis:  http://500px.com/photo/29277635).
    Edificios post-terremoto Febrero de 2011 (Foto Luis:  http://500px.com/photo/29277635).
  • Orientado al objeto

    Básicamente ordenado en clases, sub-clases y líneas de dependencias.

    Los ídolos renuncian a sus estatus de ídolos para mostrar que solo eran seres mortales.

    Bojo el alero de un creciente otoño la luz pierde su fuerza procreadora llamando al invierno inmortal.

    Ya vendrán los tiempo del delirio y de la inspiración para retomar las huellas.

    Por ahora:

    “solo objetos ordenados en clases, sub-clases y líneas de dependencias.”

  • Volver al ombligo

    ¿Quien dijo que el tiempo y el espacio son planos y lineales?

    ¿Acaso la tierra, la luna, el sol y nuestras cabezas de ritos meridianos no son redondos como un ombligo de ancestro?.

    Hace algunos años salí a caminar sobre una circunferencias que tenía un radio infinito.

    Ahora estoy aquí, en este espacio y tiempo mirando la espalda de mi partida:

    • la misma ventana y sus manchas de choques de pájaros al oriente
    • la misma puerta transparente con avisos de trabajos y un cartel con mi nombre al poniente
    • los viejos libros y revistas sobre la repisa mirando al norte magnético
    • y la enorme pizarra blanca llena de garabatos y líneas inconexas que deje al partir.

    Como diría Marcel Jacob hace un tiempo, eso es análogamente volver al ombligo…

    Pero debemos tener cuidado!

    Traigo los ojos cargados de paisajes que aún no he logrado bien geo-localiza.

  • Cuándo dijimos cuándo

    La parábola esgrimió un nuevo significado cuando le pedimos peras al olmo. Quiero un auto y un trabajo con sentido, consentido no soy pero me gustaría que sucediera por obra y gracia de nuestro (se)ñor, ése en que no creo mucho—o nada para ser honesto.

    Predigo una visita y caminata, una búsqueda de conexión a esa sociedad de mi periferia. Al revés, yo soy la periferia y busco un noray para descansar unos minutos. ¿Cuándo fue la última vez que dijimos cuándo te veo?

    Leo los periódicos, que frecuentemente cuentan salvajadas: intolerancia explotando en las esquinas. Debería ser obligatorio existir como immigrante, darse cuenta de que el chico pelo tieso quiere lo mismo que tú (¿te has visto al espejo? Tú, también chico pelo tieso). ¿Cuándo vamos a comer juntos?

    ¿Cuándo me vas a preguntar cuándo cualquier cosa?

    El tren que vive de parábolas.
  • Somos de nuevo

    Somos de nuevo, habemus web, somos fénix de las inyecciones de código. (A todo esto, qué raro se lee el plural de fénix.) Algún ocioso desgarró caos en nuestra oficina central corporativa, la piezucha que arrendamos por semana para albergar los servidores de Tren de Carga. Claro que la actitud poética hacia la ciberseguridad no fue mucha defensa contra los malhechores de sombrero negro. Una sobredosis de código y caímos en desgracia total con Google et al. Su sitio está infectado, escobíllelo, encérelo, hiérvalo con lejía, golpéelo con las rocas del río. Enjuáguelo y consideraremos incluirlo nuevamente como parte de la internet prístina y saludable.

    Todavía estamos haciendo inventario pero hay algo seguro: desapareció la página que detallaba nuestra (i.e. la de Tren de Carga) misión en la vida, junto con algunas fotos de valor histórico. Trataremos de reconstruirla con cuidado y amor de arqueólogo; sin embargo, no lloraremos unos pocos bits si fallamos en el intento. La función terapéutica de Tren de Carga se gatilla al escribir, la lectura es de yapa.

    Mientras rescataba los pedazos de tren encontré estas palabras de Jorge Teillier:

    Te gusta llegar a la estación
    cuando el reloj de pared tictaquea,
    tictaquea en la oficina del jefe-estación.
    Cuando la tarde cierra sus párpados
    de viajera fatigada
    y los rieles ya se pierden
    bajo el hollín de oscuridad.

    La nostalgia de los trenes, esa saudade lárica de retornar a esa conjunción espaciotemporal que ya no existe, con relojes digitales que no necesitan ni tic ni tac para contar la hora. Sólo queda inventar nuevas conjunciones espaciotemporales (anisotrópicas, por supuesto) para revolver el gallinero.

    Ah, y saludos a Ramy y Paulina si nos están leyendo.

  • Crisis de punto de vista

    ¿Qué te hiciste? ¿Dónde estás? Crisis de punto de vista, ya que lo que viene se avizora más breve que lo que ya pasó. Revisamos nuestras listas, plantamos árboles, tenemos hijos-casa-perro-gato-auto, tenemos más de lo que soñamos en algún momento pero el tiempo se escurre entre los dedos.

    ¿Qué sigue? En un momento nos damos cuenta de que hemos perseguido espejismos (y algunas verdades maravillosas). ¿Cuánto podemos y debemos dar de lo que hemos aprendido? Queremos evitar los mismos errores, mostrar nuestros sentimientos y aproximarnos a los ideales que soñamos con una banda sonora de David Sylvian.

    ¡Feliz cumpleaños! (atrasado para variar, tarde como Tren de Carga).

    Saliendo de la primera clase del año—en que estúpidamente logré antagonizar con un estudiante que no estaba dispuesto a participar—pregunto abiertamente “¿Hay algo más?”. Tal vez necesitamos juntarnos en el patio de un buen restaurant y conversar una comida pantagruélica, unas buenas cervezas e inventar los próximos veinte años; con la marca que realmente queremos dejar.

  • En una noche cualquiera…

    …de 1989 el personal de Tren de Carga se dirigió al Café del Cerro para presenciar un recital del flaco, quien acompañado solamente por su guitarra nos deleitó por un par de horas.

    Esta foto tomada con mi, hoy en día reliquia, Pentax MX, lente de 50 mm 1.4 es el único vestigio de nuestra visita (más allá de nuestras memorias).

    La música del flaco me ha acompañado desde 1983, cuando mi amigo eterno Gustavo Peña y Lillo me prestó Kamikaze en Mendoza, Argentina. Luego el flaco me siguió a la universidad, postgrado y diáspora. Cuando supe de su muerte pensé en qué canción (de cientos) debería acompañar este post. Después de darle vueltas por un par de días llegué de regreso al comienzo: “Barro tal vez” de Kamikaze.

    Si no canto lo que siento,
    me voy a morir por dentro

    Hay algunos que piensan que no es realmente importante, pero por algo ocupó la primera página del Clarín.

    Clarin.jpg
  • Póstumo

    El vino entibia sueños al jadear…

  • Salpicón

    En eso estoy a hora.

    46 años haciendo de todo como preparando sin saber un plato de salpicón:

    • un sendero que va desde la anisotropía hasta la atopoiesis
    • cultivado de espinos, papas, lechugas y tomates
    • aliñado de picardía cristiano/musulmana
    • y cocido a vapor de cambio climático
  • Vuelo al ombligo

    He vuelto a escribir en tren de carga!

    Luego de un silencio donde se escribían otras historias en otras páginas digitales y a otras definiciones de tiempo.

    Donde lo de alrededor cambió y sigue cambiando a rápido paso.

    En pocas palabras, me he tirado por la borda del barco trasatlántico y ahora estoy en medio de un naufragio de cambio total.

    Así es no más este torbellino y así es esta liberación!

    He dejado la vida de monje contemplador de las estrellas para embarcarme como marinero de tercera en una pequeña nave hacia las indias con reglas de piratas.

    Me cansé de estos estilos, me cansé de los ranking, de la competencia, de la auto-adulación que no me dejaban ser un buen humano en colaboración con otros humanos.

    Pero las cosas se tornan circulares y sin darme cuenta vislumbro la vida de 1998 y la de 1995, pero ahora más viejo y más intelectualmente educado…demasiado preparado me dicen.

    Pero como somos un circulo con centro en el ombligo, se que volveré a ser nuevamente monje, pero con historias y tatuajes de los últimos embarques que ocurrirán en otros horizontes.

    A tu salud amigo marinero!