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  • Un minuto para que leas mi mensaje

    Tengo un minuto para mi mensaje.

    Extraterrestre complaciente que miras desde tu luna.

    Sorry, tengo 52 segundo para mis visiones de marmol, salas de marmol brillantes como espejismos, como los que pinta Diego Maquéira.

    Bon ami, plateados 43 segundos para convencerte de que estoy bien. Nada pasó y nada pasará despues del último cataclismo. C Á T A T E un C L I S M O a yo M I S M O.

    Estúpido tiempo! estoy seguro que han girado mis coordenadas, pero no se bien hacia donde. En simple, estamos perdidos. 

    Quedan 18 segundo y no encuentro el tira cordel de mi frenacaidas. Como estampilla bicentenaria quedará de mi en la estrecha cordillera de la costa.

    Queda tres segunods y no voy a alcanzar a decirte lo que realmente pas…….

  • ¿Qué es cierto?

    Hubo un tiempo en que la imagen era la realidad. Bueno, al menos que uno fuera purgado por alguna dictadura a la Stalin, en que alguien se daba el trabajo de retocar “cuidadosamente” para borrar toda huella de alguna fotografía oficial. Otros intentos igual de atorrantes fueron fotos retocadas de la candidatura de Alessandri, ahí, en el año del ñauca.

    Qué darían esos retocadores de otrora por tener la tecnología de hoy:

    Creando explosiones de barcos inexistentes, personajes a medio congelar en un estudio en LA. ¿Cuál parte es cierta en esta película? ¿Son esos árboles reales? ¿Los automóviles, los pájaros? ¿Cuánto tiempo falta para que los actores sean totalmente digitales y no los podamos diferenciar de un humano?

    ¿Qué pasaría si eliminaramos todas las copias de una foto y la reemplazaramos con una realidad recreada, sin que fuera posible ver la diferencia? La foto original no existe, nunca pasó.

    Un día las imágenes van a escapar del cine y vamos a tener ‘realidad’ manipulada al instante. Una vida de telones verdes constantes. Entonces nos vamos a preguntar ¿qué es cierto?

  • Contracarta

    Las ideas no mueren; las palabras a veces sí, a veces no. Los cuerpos cansados siempre fenecen: cada día vivimos un poco y morimos un día a la vez.

    En este universo entrópico tratamos de aferrarnos a una instantánea. ¡Flick! y Vicente es eterno. ¡Flick! Juan Luis Martínez. ¡Flick! Jorge Teillier es capturado escribiendo poemas mientras empina el codo. ¡Flick! Y ya se fueron, dejando palabras que nosotros cuidamos como hueso de santo.

    ¿Qué cuidamos cuando atesoramos las palabras?

    Sonidos, ideas, momentos. Intangibles, conexiones neuronales. Té con pan tostado con palta y un libro manchado por accidente. Ropa húmeda por la lluvia: no nos dimos cuenta mientras leíamos.

    No fosas vacías, flores secas, cruces chuecas por el viento marino. No la ausencia de familiares cercanos. Esos son parte del capullo de Vicente, lo que dejó atrás cuando paso a nuestra imaginada eternidad.

    Antes de ayer caminaba por un pasillo del departamento de ‘Modern Languages’ en un intento de hablar con un tutor de japonés. De repente un retrato me miró desde una puerta: Huidobro dibujado por Picasso. Nueve mil kilómetros y tanto de recuerdo. Su tesoro nos asalta desde las puertas.

    Cuando sea mi día quiero que me transformen en cenizas. Algún voluntario se orientará desde donde viene el viento—para evitar accidentes desgraciados—y liberará mis moléculas. Ojalá que en un bosque (no pino radiata, por favor), o en un río. Y así coy a estar en todas partes, una molécula a la vez.

  • Carta sin respuesta

    Estimado Dr. de Costa.

    Soy un seguidor de la obra de Vicente Huidobro la cual desde mi juventud me ha alimentado de la energía, vitalidad y delirio que han sido la base de muchos de mis proyectos de vida. Incluso a la edad de 25 años pude leer su libro “En Pos de Huidobro” que aún conservo y vuelvo a visitar de forma constante.

    Ahora me dirijo a usted con un halo de tristeza debido a una editorial que ha aparecido hoy en el diario “El Mercurio” http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2010/02/18/abrid-la-tumba.asp y que cuenta el estado de deterioro en que se encuentra la tumba del poeta en el balneario de Cartagena en nuestro país y que refleja en parte la poca presencia de la fundación Vicente Huidobro en nuestra sociedad.

    – Ayer junto a mis hijos, quise visitar el lugar donde pasó sus últimos días y donde se encuentra su tumba, pero no encontramos el camino. Además de oculto el camino, el estado en que se encuentra este lugar según el Poeta Cristián Warnken es deplorable-. Luego con mi familia, pasamos por Las Cruces (casa de Parra) y terminamos en Isla Negra en la casa de Neruda lo que representan el otro extremo del cuidado del patrimonio de un poeta (por algún motivo oculto, aún no he podido comenzar la lectura de su poesía).

    De regreso a Santiago me preguntaba como no va hacer posible revertir esta situación de deterioro patrimonial?.

    He decidido escribirle a usted para ver si puede hacer algo al respecto. Creo que el solo hecho que un consejero internacional y de prestigio como usted de la alerta puede ayudar mucho en revertir esta situación.

    Como le indicaba al principio de este e-mail, soy un seguidor de la obra de Huidobro y si este mensaje ayuda un poco a que ésta se conserve me sentiré muy contento.

    Un cordial saludo

  • En el último recuerdo

    No se cual fue la última sinapsis que me llevó a tu olvido.

    Fueron flujos de agua caliente, irresponsables para tiempos climáticos extraños.

    Ayer comimos frutos y pastos frescos arrancados a un paso de vuelta al mar.

    Tan frescos, tan extensos que todavia siento el gusto a fotosíntesis correr en mi boca.

    Al final construí nuestra libertad.

    Pero no se cual fue la penultima sinapsis que me llevó al olvido.

  • Liviano

    Facil de decir.

    liviano.

    Eco del fondo del mar que golpea a pulso interminable la ventana.

    Fotosíntesis indiscreta: todo huele a fotosíntesis en este lugar.

    Una onda en el horizonte:

    Lo correcto trae el estres de las latitudes calientes.

    La in-correcto trae el estres de las latitudes meridianas.

    Pájaro agudo que cortas frutos secos en mi cocina, donde me has olvidado?

    He visto mucha historia en pantallas LG colgadas de muros a concreto.

    Ahora, se lo suficiente como para tener idea del número atómico que se inscribe en tus manos.

    Liviano: así estoy girado sobre mi mismo.

    Como largas luminarias de neón bajo un día de lluvia.

  • El temor de las gaviotas

    El temor de las gaviotas es el olvido, por eso batallan día y noche por mantenerse en el aire. Las gaviotas no usan computadores—al menos no comunmente—pero si lo hicieran estarían en una corriente constante cambiando su status en Twitter y Facebook. Estoy moviendo un ala, ahora estoy moviendo la otra, cagué a un humano distraído, acabo de pescar un pez. No, corrección: se escapó. Le quité un pez a otra gaviota… y así sucesivamente.

    Las gaviotas buscan establecer una vida virtual, que puede ser observada y admirada por otras gaviotas. ‘Mmm, esta gaviota parece ser exitosa, aunque nadie daba un peso por ella’, piensan las otras gaviotas. ‘Mmm, esta gaviota usa Olapón y por eso tiene todas las plumas brillantes’ piensan las otras gaviotas… y así sucesivamente.

    Otra de las herramientas contra el olvido son la memoria selectiva y la nostalgia. Las gaviotas extrañan los días en que volaron más rápido y sus plumas eran más blancas. Las gaviotas repiten sus historias exitosas y olvidan los fracasos de pesca. Y así venden una vida editada a todas las otras gaviotas que leen ávidamente los cambios de status con envidia secreta.

    [Con perdón a Juan Salvador]

    Gaviota en Twitter: ‘Estoy parada en un auto de tren de carga’.
  • Sospecho

    Sospecho de mi mismo y sobre todo de mis últimas indecisiones.

    Sospecho de mi revolución ya que he caído en la maldita refrigeración de las ideas. Huelo a museo ideológico y a techo de palomas.
    Sospecho que algo está dado vueltas y sigo con la obsesión de formar un conjunto folclórico.

    Si a alguien debo echarle la culpa, son eso magos que otra vez han contaminado mi foresta!

  • Los magos

    Los magos empapelaron las murallas, paredes y panderetes con sus promesas. Los magos nos contaron historias maravillosas, haciendo palidecer la resurrección de Lázaro y la caída vertical de Icaro. Los magos nos pidieron solamente un pequeño favor: ‘marca nuestros nombres en un pedazo de papel’.

    Los árboles son testigos de este procedimiento engañoso y repetido. Si les preguntas ‘¿Saben la historia de los magos?’ ellos ríen con voz quejumbrosa y titilando sus hojas. Por supuesto que la saben porque pasa cada pocos años. Somos los humanos los de memoria escasa.

    Los magos tienen gustos variados de bebidas; algunos catan vinos tintos de regiones altamente específicas del planeta, otros beben cerveza y la llaman ‘pílsen’ con acento en la i. Algunos de los primeros prefieren cepas de lugares remotos de Irán. Los magos de menor pelaje beben cualquier cosa que se les ponga por delante.

    La mayoría de los magos olvidarán sus promesas el mismo día en que las hicieron. Los magos tienen la loca idea de prometer lo imposible y—algunas veces—indeseable, porque suena bien.

    Por alguna razón extraña los humanos dieron poder a los magos y nos arrepentimos. Una manera de recuperar el poder es convertirse en mago, pero eso derrota el objetivo. Otra manera es subvertir el orden de manera pacífica, una pieza a la vez. Cada pequeña acción, cada desacato minúsculo se acumula y recuperamos un poblon: un cuanto de poder.

    Quizás si muchos de nosotros aplican los principios cuánticos de la subversión los magos van a ser menos atractivos. Las paredes, murallas y panderetes van a atraer menos giles y otorgar menos poder a los magos. Ese es mi sueño y este uno de mis cuantos contra los magos.

  • Vengo del lujurio

    Vengo del lujurio meridiano.

    Ese que se engancha a la salida de las sabrosas fiestas desparentales.

    Lujurio eclipsado de pasado perfecto, lleno de livianas conclusiones y lejos de epidemiales materias intelectuales.

    Aquí les tiro parte de esta torta combulsionada de porquerias! De lujuriosas ideas sacadas de pasados en barrio provinciano!

    A ratos inocente lujurio, lejos de si, muy lejos de la muerte perfecta en sus perfecciones de muerte.

    A ratos, arrepentido lujurio lejos del intelectual cansancio invernal.
    A ratos, epidémico lujurio sacado de horas en ecuaciones misteriosas que parafrecean mi memoria.

    Poeta tuerto de las ideas! Ven a beber vino en vaso plástico a mi terraza!

    Sientate un rato aquí a pasar las ideas, hasta que vomitemos juntos en macro ondas cerebrales!