Viajando entre templos de madera, con columnas que demoraron siglos en extenderse diametral y longitudinalmente, trato de entender las barreras. ¿Por qué paramos antes de llegar a la cima? ¿Por qué tratamos de resolver el mismo problema de la misma manera, una y otra vez? (Huelga decir que infructuosamente).
Los templos tienen un extraño simbolismo, porque esos muros representan nuestras fallas, nuestras taras. Esos mismos muros contienen una inscripción que traduzco torpemente:
No son cosas externas las que nos restringen, sino nuestras mentes que se aferran a cosas que nos restringen — Ryōshun Nakano.
El problema es que si olvidamos las restricciones puede que resolvamos los problemas: toda una industria del pesimismo al tarro de la basura.

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